“Consigue lana y lino, y trabaja con alegría con sus manos” (Pr 31, 13).

Sor Felicita Monaro, nació en Chioggia el 26 de febrero de 1933, bautizada con el nombre de Liliana Monaro, entró en las Hermanas del Santo Rostro a la edad de 21 años y comenzó a vivir su experiencia de búsqueda del Rostro del Señor con la misma convicción que proclama el Salmo 139 en el versículo 13: “Me tejiste en el vientre de mi madre”.

Después de una profunda experiencia de este Dios que “teje” en ella el don precioso de la vida y el de la vocación, Hna. Felicita se siente disponible y llena de alegría con el deseo de entregar toda su vida al Santo Rostro y después del camino de formación inicial hizo sus votos con su Primera Profesión, el día de la Inmaculada Concepción en 1956.

A lo largo de su vida religiosa supo mantener unidos muchos hilos, para así crear no sólo el tejido de bellos rostros hechos con la paciencia de quien espera la visión final de su obra de arte, sino también para construir relaciones fraternas con su hermanas en las diversas comunidades por donde pasó: desde San Fior a Roma, Cessalto a Vittorio Veneto, Pordenone a Toulon y prolongando ulteriormente este hilo de una vida entregada a Casarano y luego a Sarteano y Milán, volviendo de nuevo a Roma.

Siempre y en todo lugar por donde pasó, Hna. Felicita dejó el hilo de una vida dedicada a la donación, al servicio y al cuidado, especialmente a los enfermos y sufrientes, en quienes no sólo contempló el rostro desfigurado de Cristo, sino que lo sirvió con la dedicación y la paciencia de quien sabe compartir gestos que generan vida, porque es consciente de que la vida nueva está mucho más allá de los momentos de sufrimiento y dolor.

Para nosotras Religiosas del Santo Volto, sus hermanas, es imposible pensar en Hna. Felicita si no es junto a su telar para crear y recrear, alegrando el corazón de muchas de nosotras con sus regalos hechos con sus manos artísticas. Manos de quien sabe trabajar los muchos hilos de manera que no se enreden sino que den forma, vida y color, como has hecho para los muchos bordados realizados para los mercados misioneros.

Después de llegar a San Fior, cuando sus fuerzas flaqueaban, continuó dando forma a los distintos hilos, transformándolos en un estilo personal de oración, especialmente en los momentos de silencio cuando ya no podía cuidar de nadie, cuidaba con esmero y adornaba muchos rincones y también altares de nuestras comunidades.

En los últimos días quedó claro que buscaba los hilos con los significativos movimientos de sus manos, quizás, para seguir dando forma a ese Rostro que tanto buscó y sirvió en su peregrinar terrenal hasta dejarnos el 1 de diciembre de 2024 para contemplar a Su y nuestro Creador y “Tejedor” que la creó, la amó y la llamó a estar con Él para siempre.

Madre Lina Freire de Carvalho