El milagro

El 22 de junio de 2004, en presencia del Papa Su Santidad Juan Pablo II, en la Sala del Consistoro, en el Vaticano, se produjo la promulgación de varios Decretos, entre los cuales, la aprobación del Milagro atribuido a la sierva de Dios Madre María Pia Mastena. El reconocimiento de tal milagro era la última etapa del Proceso canónico que abrió el camino para la Beatificación de la Sierva de Dios. La Iglesia considera el milagro un hecho necesario para el reconocimiento oficial de la santidad de una persona que no haya sufrido el martirio. El milagro es considerado el sello de la santidad de un siervo de Dios y se concreta siempre en un evento de sanación que debe tener tres características:

1) ser repentina
2) ser duradera
3) ser científicamente inexplicable.

Un acontecimiento de supuesto milagro está sujeto a un doble Proceso canónico, el primero a nivel Diocesano, el segundo, junto a la Congregación para las Causas de los Santos.

A nivel Diocesano, en nuestro caso ante el Tribunal del Vicariato de Roma, se inició con un breve Rito de apertura presidido por el Presidente del mismo Tribunal, otros funcionarios y miembros del Instituto. Se sigue un tiempo de estudio, por parte de los funcionarios y de los médicos de oficio, de toda la documentación médica - clínica proporcionada por el Autor de la Causa (para nosotros el Autor fue el Instituto). Tomado acto que la documentación está completa y que el "hecho" no encuentra explicaciones científicas, el Presidente de la Corte convoca a los testigos del supuesto milagro, que una a una, bajo juramento de decir la verdad, son interrogados. Al término de los interrogatorios, los oficiales redactan un informe conclusivo en el que ponen el voto positivo (o negativo). Cuando el éxito del voto es positivo, el autor de la Causa es convocado para el rito de clausura del Proceso donde la documentación es recogida y sellada para ser llevada a los oficios de la Congregación para las Causas de los Santos. La documentación se entrega a un funcionario de dicha Congregación, mediante otro simple rito.

En esta sede el supuesto Milagro es examinado cuidadosamente:

1) por una Comisión de seis o siete médicos que expresan el dictamen en un informe escrito a la conclusión del cual cada uno pone su Voto, positivo o negativo.

2) por una Comisión de Teólogos en número de siete o ocho, que concluyen, también ellos con un informe escrito, votando a favor o contrario al supuesto milagro.

3) por una Comisión de veinte cardenales y obispos que tienen el frente del Ponente, es decir, el que coordina el trabajo y sintetiza el resultado en la Potenza, documento que expresa el dictamen de esta Comisión, teniendo en cuenta el resultado de las demás comisiones. Esta Ponenza es presentada al Papa para la última aprobación.

Un acto milagroso revela siempre la potencia de Dios que opera para la salvación traída por Cristo a través de la oración de intercesión de criaturas que viven en su gloria y que son invocadas por personas aquí abajo que fuertes en la fe, piden cura a alguien que les está no corazón. Compete al Santo Padre declarar que el hecho es un Milagro porque no encuentra humanas explicaciones y va más allá del conocimiento científico humano.

Madre Mastena con el milagro realizado y que veremos, obtienen la Beatificación, que nada más es que la exaltación de su santidad que añade nueva e inédita belleza a la Iglesia, proponiéndose como modelo de persona que centralizó todo en el Rostro del Señor, recibiendo del Espíritu el Carisma de "Propagar, reparar y restablecer el Rostro del dulce Jesús en los hombres" y dejar a sus hijas una herencia espiritual Cristocéntrica.

En nuestro caso, el Señor escuchó la intercesión de nuestra Madre Fundadora, Madre Mastena, invocada por una religiosa, su Hija, con gran fe e insistente oración. La religiosa, al servicio en la sala de parto, pedía que el pequeño cuerpo de una recién nacida que salió a la luz después de 28 semanas de embarazo, por lo tanto, prematura, que presentaba diagnóstico difuso, debilidad muscular, ausencia de movimiento respiratorio y actividad cardiaca imperceptible, reanimada por varios médicos y por ellos mismos declarada muerta, después de más de 20 minutos de inútiles ejercicios de reanimación y cuidados, que volviera a respirar. Y eso es lo que sucedió, tan pronto como la hermana con la pequeña en sus brazos en vez de llevar a la morgue, lo llevó rápidamente en una cuna de nurcery, donde se practicó respiración boca a boca, masajeado el pequeño corazón, y dispensado el oxígeno, invocando a la Fundadora.
La recién nacida primero respondió con un sobresalto, después con la respiración y finalmente con un llanto válido. La vida había comenzado y su corpó asumió el color rosado de la normalidad. Se temía que el tiempo gastado en la anóxia pudiera dejar trastornos neurológicos, físicos o mentales, como sucede en el caso de asfixia incluso en tiempos más cortos, y en vez de eso el niño es ahora una hermosa, talentosa e inteligente joven grata Madre M. Pia Mastena que la salvó.

(El certificado médico de que la recién nacida estaba muerta ya había sido redactado por el médico ginecólogo en presencia del padre y del abuelo de l niña, ambos médicos que se encontraban presentes en el momento del nacimiento y de los sucesivos intentos y tratamientos de reanimación)

Este hecho fue reconocido como milagro el 22 de junio de 2004 con el Decreto promulgado por Juan Pablo II. Fue el milagro que llevó a la gloria de los altares Madre Mastena, cuya santidad encontró alimento en la asidua contemplación del Rostro del Señor "buscado y servido en los pobres y en los humildes".


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