Sr. Narcisa Baggio - 27/12/2021

              Os anunciamos aquelle vida eterna, la cual estaba con el padre y nos ha aparecido (1 Jn 1,2)

 

Hermana Narcisa Baggio nació en Cairate (VA) el 14 de septiembre de 1926 y fue bautizada cinco días después con el nombre de Silvia.

Ingresó en las Religiosas del Santo Rostro a principios de enero de 1952, pocos meses después de la muerte de la Beata Maria Pia Mastena y, tras la fase habitual de formación inicial, hizo su primera profesión en San Fior el 31 de octubre de 1954. También en San Fior, pronunció los votos perpetuos el 13 de diciembre de 1959.

Se puede decir que su camino como Religiosa del Santo Rostro está íntimamente ligado a un país en particular: ¡Cessalto! A decir verdad, su mismo nacimiento tiene una conexión con Cessalto: ¡la Santa Cruz!

Salvo una pequeña interrupción, ocurrida en 1971, Hermana Narcisa estuvo presente en la comunidad cesaltina de 1958 a 2013 donde, en sus propias palabras: "Trabajo en el jardín de infancia, en la catequesis parroquial, en la visita a los Ancianos y los enfermos y al servicio de la Iglesia Parroquial de S. Croce ".

Pero el suyo era más que un trabajo, de hecho la propia Hermana Narcisa prosigue: “Siempre he servido al Señor con tanto cariño, en esta Comunidad de Cessalto, que se ha convertido en mi Parroquia, mi Familia natural; estas buenas personas se han convertido en mi pueblo, y estoy verdaderamente agradecido al Señor por haberme enviado aquí mismo, para dar testimonio de la alegría de mi Consagración Religiosa en las Hermanas del Santo Rostro ”(1 de agosto de 1992).

Gran parte de su vida activa la pasó en la cocina y en la Iglesia, dos lugares en los que hay que lidiar con la comida: la material y la espiritual, para ser dividida y compartida con todos, como hizo Jesús.

Una de sus formas particulares de dar la vida fue donando sangre, hasta que recibió la medalla de oro AVIS, de la que estaba muy orgullosa.

Debido a la precariedad de su salud, Hermana Narcisa pasó los últimos años de su vida en la Casa Madre, aquí en San Fior, donde se había formado en la vida religiosa al inicio de su camino y donde, de una forma completamente única y particular, ¡el Señor ha puesto en marcha su itinerario formativo específico para la vida eterna!

Por eso es hermoso que hermana Narcisa entrara en el abrazo de la Santísima Trinidad precisamente en la octava de la Navidad en la que, como dice una canción, "un niño muy pequeño nos abrirá las puertas, el cielo del Altísimo en su verdad". Hermana Narcisa, exactamente como le gustaba decir al P. Tarcisio Mastena: no debemos tener miedo del juicio de Dios, ¡porque el Niño Jesús nos recibirá!

Ruega por todas nosotras, Hermana Narcisa, en el abrazo de la Beata Mastena, de todas las Hermanas del Santo Rostro de la comunidad celestial y de los seres queridos que han aprendido contigo y de ti a buscar, servir y contemplar el Santo Rostro de Jesús!

San Fior, 29 de diciembre de 2021

 


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