El aceite del amor

Queridísimas hermanas: Hna. Geltrude, Hna. Blandina, Hna. Lorenza, Hna. Cecilia y Hna. Giuliana

¡Muchas, muchas felicitaciones en esta bella fiesta que celebran al término de los ejercicios espirituales para decir a todos, con vuestro testimonio, que el Señor es fiel para siempre!

Vuestras largas vidas y el número cinco me traen de regreso a las vírgenes prudentes del evangelio. De hecho, las vírgenes que esperaban al novio eran diez, pero solo cinco tenían suficiente aceite para recibirlo cuando el esposo estaba llegando . Tanto las vírgenes prudentes como las necias tenían el mismo objetivo: ingresar a la fiesta de bodas. Cinco de ellas estaban preparadas y cinco no, a pesar de que tenían un objetivo claro. Todas durmieron y todas despertaron al grito que proclamaba la llegada del Novio. Entonces no fue el sueño y ni siquiera las lámparas que hicieron la diferencia entre las vírgenes, sino el aceite. El aceite es un símbolo del amor fiel que nunca se apaga ni se puede vender ni comprar, sino que solo puede ser recibido por las manos de Aquel que nos lo da gratuitamente. El aceite le da el Novio, se nos pide simplemente que vigilar a fin de que este aceite no falle y nuestra lámpara permanezca encendida hasta que llegues. Alimentar el aceite del amor, de la paz, de la alegría, de la benevolencia, la paciencia, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el autocontrol es el compromiso diario de todos, pero sobre todo es el fruto del Espíritu Santo que mora en nosotros y actúa de acuerdo con nuestra docilidad.

Por lo tanto, queridas hermanas, es la fidelidad del Señor la que ha mantenido encendida la lámpara de su corazón hasta el día de hoy. Si todavía están en camino hacia Él, es porque Él mismo les ha otorgado Su gracia todos los días, el aceite necesario para confirmar aquel Sí inicial lleno de alegría y entusiasmo. A pesar de algunas siestas, que tuvieron lugar durante vuestras vidas, hoy con más sabiduría y más fe que aquel día, confirmas vuestro Sí para continuar siguiendo los pasos de Jesús, siguiendo los pasos de la Beata María Pia, con el profundo deseo de mantener viva tu lámpara hasta el día “sin la puesta del sol” en el cual veremos el Rostro transfigurado del Novio.

Gracias hermanas, porque han amado, buscado, deseado, vigilado la noche como las centinelas y como la novia del Cantar de los Cantares para encontrarse con el Amado de vuestra vida. Hoy vuestro testimonio brilla ante nosotras como una invitación a glorificar a la Trinidad y servir a cada hermano en quien se oculta el Rostro del Señor.

Saludos! ¡Feliz fiesta y buena vigilia con la lámpara encendida!
En el rostro del Resucitado, un afectuoso abrazo!

Madre Annalisa


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